Lenguajes corporales negativos que se han de evitar durante la comunicación
El lenguaje corporal puede decir mucho sobre cómo se siente una persona. Una postura desplomada puede demostrar una falta de confianza o aburrimiento. Evitar el contacto visual puede ser un indicador de que una persona está incómoda, acomplejada o incluso mintiendo. Los brazos cruzados pueden indicar que está a la defensiva o que no está de acuerdo. Una sonrisa forzada puede significar hipocresía o malestar.
El lenguaje corporal negativo es una expresión consciente o inconsciente de sentimientos negativos a través de los movimientos del cuerpo. Ser hábil en notar el lenguaje corporal negativo puede ayudar las relaciones personales o profesionales y saber cuándo la otra persona está insatisfecho o infeliz. Esto puede ayudar a saber cuáles son las posturas corporales o gestuales que hay que evitar. El lenguaje corporal cuenta como un 55% de la evaluación del orador de parte de sus interlocutores.
1. Evitar el contacto con los ojos
Cuando se habla con otra persona sin mirarla a los ojos, puede indicar inseguridad en ti mismo o en lo que dices. Quita credibilidad al mensaje y puede romper la confianza. Una mirada huidiza en el arranque de una presentación demuestra timidez e inseguridad personal. Cuando hables con alguien, asegúrate de mantener algún tipo de contacto visual. En reuniones es importante repartir la mirada entre los interlocutores.
2. Tocarse la cara
Hay muchos ejemplos de esto, desde sostener la cabeza con las manos hasta frotar la frente. Hay muy pocas situaciones en las que tocarse la cara cuando se habla con otra persona sea positivo. Dependiendo de lo que estés haciendo exactamente, puede hacerte parecer nervioso, deshonesto, desinteresado o distraído. Es importante evitar tocarse el pelo, que es un gesto de incomodidad muy femenino. En una negociación si el interlocutor se toca varias veces la nariz o la oreja es una señal de desacuerdo, si se tapa la boca con un dedo o la mano escuchando es que no va a aceptar la propuesta.
3. Cruzar los brazos
En comunicación cuando estamos hablando hay que evitar cruzar los brazos. Nuestros brazos en una situación de nerviosismo o de tensión ayudan a protegernos. Protegen el plexo solar que es la zona emocional del cuerpo. Es una barrera que ponemos cuando estamos incomodos. Los fotógrafos aconsejan cruzar los brazos en una foto profesional, pero yo no lo aconsejo. Gracias a los brazos podemos hacer gestos y animar nuestra comunicación oral. Además, estar sentado en una mesa con los brazos cruzados provoca una postura corporal encogida.
4. Cubrir las partes sensibles de tu cuerpo
Este se adentra en nuestro subconsciente y en nuestro pasado evolutivo. Usamos nuestras manos para cubrir partes de nuestro cuerpo como el estómago o los genitales cuando estamos nerviosos o intimidados. Vemos a la otra persona como una amenaza, así que cubrimos las partes de nuestro cuerpo más vulnerables a las lesiones. Es también proteger nuestra intimidad cuando estamos expuestos, de pie, a la mirada de los demás, en un auditorio, por ejemplo. Hay que intentar evitar estos gestos de protección porque conseguimos el efecto contrario, focalizamos todas las miradas en esta parte intima de nuestro cuerpo.
5. Entrecejo fruncido
Muchas personas se concentran con el entrecejo fruncido. El público lo interpreta como una expresividad enfadada o preocupada. Además, esta mirada deja una marca en la frente y automáticamente nos quita una expresividad empática o sonriente. Es importante, si nos pasa esto, hablar subiendo las cejas para evitar el entrecejo fruncido que es interpretado de manera negativa por nuestros interlocutores.
6. Movimiento repetitivo o gestos de impaciencia
Muchas personas tienen ciertos hábitos físicos cuando están nerviosos, estresados o simplemente aburridos. Esto puede ser golpearse el dedo o el pie, morderse las uñas, desplazar su peso de un lado a otro o moverse en la silla. Una persona con estos gestos parásitos pierde credibilidad y pone presión a sus interlocutores. Si un jefe escucha alguien del equipo con un movimiento de piernas debajo de la mesa transmite ganas de dejar de escuchar o que se aburre. Las piernas y las manos son zonas del cuerpo de “derivaciones psicológicas” y que transmiten la inquietud, los nervios, o el aburrimiento.
7. Hablar con un bolígrafo en la mano o dar golpes a la mesa cuando hablamos
Si imaginamos que el bolígrafo es un bastón, estamos pegando a nuestro público todo el tiempo. El bolígrafo permite al orador evacuar su tensión y es uno de los gestos parásitos más habituales. Finalmente, la atención del público esta desviada y le hace perder su atención.
Es peligroso en una negociación tener un boli en la mano porque el interlocutor puede darse cuenta del nerviosismo o de la tensión del orador.
Hablar con las manos abiertas y firmes transmite confianza y transparencia.
Entonar lo que decimos con un golpe en la mesa se puede interpretar como un gesto de autoridad agresiva, y molesta bastante los interlocutores. Al final se concentran más en este gesto que en el contenido.
Para resumir, el orador debe vigilar sus gestos y evitar perjudicar su comunicación con todos estos gestos negativos que hacemos de manera inconsciente.
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